Llegando a Marrakech, y especialmente en avión, esa enorme extensión poblada de palmeras deja boquiabiertos absolutamente a todos los turistas. Allí donde el que manda es el desierto y sus condiciones tan duras, el milenario palmeral ha podido prosperar y subsistir evidenciando la constante lucha por la obtención del bien más preciado en la región: el agua.
En los orígenes del enorme palmeral se confunden la realidad y la leyenda. Y es que sin su existencia la ciudad misma no hubiese prosperado jamás.
La leyenda cuenta que Youssef Ben Tahfine, fundador de Marrakech, fue quien dio nacimiento casi accidentalmente al gran palmeral. El glorioso conquistador, habiendo llegado a la planicie de Haouz con sus soldados, decidió que descansarían en aquel lugar y mientras lo hacían, los soldados comían dátiles que habían recogido en las regiones presaharianas, arrojando las semillas allí... de ellas habrían nacido con el tiempo miles y miles de palmeras.
Según la historia, su hijo y sucesor, Ali Ben Youssef, desarrolló un vasto complejo de irrigación de origen persa conocido como khettara, consistente en una red de canalizaciones subterráneas unidas entre sí que permiten hacer subir el agua de la napa freática a la superficie. De todo el sistema sólo son visibles los pozos en donde el agua aflora, cuyo número se calcula en alrededor de cinco mil en toda la planicie... Gracias al sistema pudieron crecer las palmeras, a cuya sombra prosperaba el cultivo de hortalizas y olivares que permitió subsistir a la población.
Hoy el palmeral abarca unas seis mil hectáreas, que si bien pueden parecer muchas sólo representan la mitad de lo que fuera antiguamente. Cuáles son las causas de la disminución de su superficie? Pues muchos acusan a las especulaciones financieras que debido al auge del turismo en Marrakech provocaron la venta a precios exorbitantes de muchas hectáreas para la construcción de lujosos hoteles y villas; otros sostienen que el sistema de irrigación, ya milenario, faltó de mantenimiento y muchos pozos se secaron provocando la enfermedad y muerte de muchos ejemplares de palmeras. Cualquiera fuera el motivo, se está tratando de formar asociaciones encargadas de la protección del lugar, que desde luego forma parte del patrimonio natural e histórico de Marrakech.
Un recorrido preestablecido que dura más o menos una hora permite adentrarse en el palmeral, sea en taxi o, más recomendado, en calesa, unos pintorescos carruajes tirados por caballos que pueden alquilarse en la medina o la Ciudad Nueva. Aunque no debe esperarse encontrar un espeso y verde oasis, el paisaje es muy sobrecogedor y hasta romántico, especialmente al atardecer y según con quien se viaje... Quienes disponen de un presupuesto no tan ajustado, pueden optar por hospedarse en alguno de los hoteles del palmeral, verdaderos palacios dotados con todas las comodidades en un entorno natural impresionante.
Hoteles y villas en La Palmeraie de Marrakech
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