La historia de Buenos Aires comenzó con la llegada de los primeros adelantados españoles a la zona, que debieron enfrentar a las tribus indígenas. Fue creciendo como colonia de España, pero realmente conoció un crecimiento sorprendente y afianzó su identidad cuando llegaron oleadas de inmigrantes ya en los albores del siglo XX. He aquí una reseña de su historia.
Los primeros pobladores
Los antiguos habitantes de la zona en que hoy está emplazada la ciudad fueron los indios
querandíes, nombre que les fuera dado por otra tribu indígena, los guaraníes, y que significa aproximadamente "gente con grasa". Crónicas de la época relatan que de sus cuerpos se desprendía un fuerte olor a grasa rancia, debido a su alimentación casi exclusivamente carnívora. Eran una tribu nómade y belicosa; provocaron la desaparición de la primera ciudad de Buenos Aires.
La primera fundación
El rey de España nombró a
Pedro de Mendoza como Primer Adelantado del Río de la Plata. Le concedió 200 leguas de tierra de norte a sur, de un ancho no definido entre el océano Atlántico y el Pacífico, para que fundara una ciudad. Así, con 2000 hombres y mujeres, en febrero de 1536 fundó la Ciudad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, que no era más que un conjunto de chozas de barro y paja rodeado de un muro de tierra apisonada.
Al principio existía cierto intercambio comercial con los indígenas, pequeños objetos por alimentos, pero luego los indios se volvieron violentos y vencieron a los colonos, terminando así, en 1541, con el primer intento de establecimiento en el lugar.
La segunda fundación
En 1580, y bajo órdenes de Juan Torres de Vera y Aragón, gobernador de Asunción, partió Juan de Garay con 80 personas a repoblar la zona en la que antes había fracasado Mendoza. Así, el 11 de junio de ese año, fundó la Ciudad de la Santísima Trinidad y puerto Santa María de los Buenos Aires.
La Gobernación de Buenos Aires dependía del Virreinato del Perú; la actividad comercial se realizaba a través de Lima y se basaba en el tránsito de carretas entre ambas ciudades, lo que obligaba a Buenos Aires a practicar el contrabando y su población se mantuvo en un número reducido por mucho tiempo.
La ciudad se ordenó en torno a la Plaza Mayor (hoy Plaza de Mayo), y consistía en un cuadrilátero de 15 por 9 manzanas; la actual Casa Rosada era el Fuerte de la ciudad y y la manzana donde se encuentra el edificio del Banco Nación era del Gobernador. Sus calles medían 9,5 metros y se conservan hasta hoy, aunque más anchas y con otros nombres.
Las zonas de los alrededores a la ciudad se repartieron de la siguiente forma: una franja, el egido, se destinaba a pastura para el ganado de la ciudad y recolección de leña; las chacras, más alejadas, se repartieron entre los vecinos para huerto y cultivo de cereales; las estancias se dedicaban a la cría de ganado mayor y eran administradas por el Cabildo.
Siendo los ataques indígenas el mayor peligro, el área porteña no se extendió más allá de 100 km. tierra adentro y no sobrepasaba los 27000 habitantes. En los siglos XVI y XVII se establecieron 3 ejes fundamentales de comunicación: Buenos Aires-Asunción, Buenos Aires-Lima (pasando por otras ciudades, tales como Córdoba, Tucumán y Salta) y Buenos Aires-Santiago.
La Gran Aldea
Cuando en 1776 Buenos Aires fue declarada capital del
Virreinato del Río de la Plata, experimentó un fuerte crecimiento y su población alcanzó en 1869 los 177.000 habitantes. Fue determinante en este período la actividad de su puerto.
En 1780, el Virrey Vértiz inauguró el alumbrado público con lámparas de aceite y se pavimentaron algunas calles con adoquines de piedra traidos de la isla
Martín García.
En 1806 y 1807, la ciudad sufrió graves destrozos debido a dos invasiones inglesas que afectaron el ritmo creciente de la ciudad. Más tarde, en 1810, Buenos Aires encabezó el movimiento independentista, que comenzó con la
Revolución de Mayo y prosiguió durante varios años hasta transcender las fronteras y llegar a Chile y Perú. La prosperidad de estos tiempos generó el surgimiento de nuevos grupos dirigentes que, gracias a sus estudios en universidades europeas, trajeron nuevas ideas.
Antagonismos entre las provincias del interior del país, celosas de la centralización económica en la capital, y los partidarios del centralismo, hicieron de Buenos Aires una provincia más hacia el 1820, y recuperó su caracter de capital en 1826. Siendo presidente Bernardino Rivadavia, se llevó a cabo un trabajo para proveer agua potable a la ciudad, la cual era abastecida por medio de carros, y se ensancharon algunas calles. El Barrio Sur era el centro residencial elegante.
Posteriormente, con Juan Manuel de Rosas como gobernador, se consolidó el poder del manejo del puerto y la concentración de riquezas en la ciudad, en detrimento del interior del país.
La expansión económica
Los presidentes de este período -1850 a 1880- se preocuparon por la inserción del país dentro del contexto mundial como productor agropecuario, y la zona más apta a este propósito fue la pampa, un abanico de tierras que se extiende alrededor de la ciudad de Buenos Aires y hacia el norte. Esto favoreció ampliamente el desarrollo económico del país, y trajo aparejada la instalación de frigoríficos, el tendido de líneas de ferrocarril y el establecimiento de bancos y compañías de seguros y actividades relacionadas con las exportaciones. Buenos Aires se afianzó como polo concentrador del comercio y su puerto era la boca de salida de los productos que iban a Europa. Las vías de comunicación hacia la pampa y el resto del país se establecían de acuerdo al interés portuario-exportador.
En Buenos Aires se crearon dos nuevas estaciones de trenes, Retiro, al norte, y Constitución, al sur, lo cual significó el crecimiento de la ciudad hacia estas direcciones. Así, la población que había alcanzado en 1869 los 177.000 habitantes, llegó en 1880 a 313.000! El Barrio Sur seguía siendo la zona residencial, pero los arrabales iniciaban su avance. Toda esta expansión urbana trajo aparejados proyectos de mejoras urbanas, apertura de nuevas avenidas, como la actual
Avenida de Mayo, y las diagonales, se levantaban edificios, pero no se pensaba en obras de saneamiento, cloacas y redes de agua potable. Así, la ciudad sufrió dos graves epidemias de cólera y fiebre amarilla, perdiendo el 10% de su población. Las familias pudientes de la zona sur residencial se fueron al norte. Y además, para contener a la oleada incipiente de inmigrantes, se levantaban inquilinatos: fue el comienzo de los problemas del conventillo.
La Inmigración
Entre 1864 y 1914 la ciudad aumentó 8 veces su población debido a la inmigración; en 1930 vivían en Buenos Aires un millón y medio de personas y 500.000 en los alrededores. El tendido de las líneas férreas llegó hasta el puerto en 1889, con la inauguración de Puerto Madero, lo que completó la centralización de los ferrocarriles y su conexión con las vías marítimas. En estos momentos, la ciudad dejó de ser la "Gran Aldea" para intentar convertirse en la "París de América del Sur". Buenos Aires fue declarada capital del país y en esta época se construyeron las obras arquitectónicas más importantes: el Palacio Municipal, el Congreso, el Teatro Colón, las Galerías Pacífico... Las familias pudientes que se mudaron a la zona norte construyeron palacios que dieron a la ciudad un aspecto parisino, como los que pueden verse en la Avenida Alvear y en la Plaza San Martín. Se considera a Torcuato de Alvear, intendente de la ciudad entre 1883 y 1887, como autor de los cambios más importantes que convirtieron a Buenos Aires en una ciudad nueva: Se construyeron cloacas, se plantaron miles de árboles, se estableció la primera red de tranvías eléctricos y se adoquinaron calles, se crearon asilos, jardines y hospitales.
Para el centenario de la Revolución de Mayo, en 1910, numerosos paises enviaron obsequios consistentes en estatuas y fuentes que embellecieron distintas zonas de la ciudad, provenientes muchas de ellas de la casa francesa Du Val d'Osne, y se crearon parques, como el Jardín Botánico en Palermo, casi todos ellos por obra del paisajista francés Carlos Thays.
En 1912 comenzó el proyecto de ensanchamiento de la actual Avenida 9 de Julio, que se concretó en 1919, primero hasta 33 metros y más tarde, en la década del '30, hasta 140 metros, como puede verse hoy.
Llegó la década del 20 y los primeros rascacielos cambiaron la fisonomía de la ciudad, sumado a la instalación del primer subterráneo. Circulaban ya en Buenos Aires casi 7000 automóviles, el tango se hacía oir y el cine llegaba a su apogeo.
De 1930 a 1955
Tras los años de esplendor llegó la crisis al país. Oleadas de inmigrantes de países limítrofes y de las provincias llegaron a la ciudad, que en 1955 tenía ya 3 millones de habitantes, así que los mayores impulsos fueron puestos en contener esa gran masa poblacional, desarrollando la vivienda y organizando el transporte. En la década del '40 se habilitaron los aeropuertos de Ezeiza y Newbery y en 1950 se realizó la mayor inversión histórica en materia de vivienda popular por parte del Estado.
La segunda mitad del siglo XX se caracterizó por la preocupación ecológica a raíz de la contaminación provocada por el aumento constante del parque automotor, se estableció la calle peatonal Florida en el microcentro, y en los alrededores, el
Gran Buenos Aires, se recuperaron zonas bajas y se crearon parques recreativos.