El litoral lisboeta ofrece tantas cosas para ver y para hacer que bien merecería una visita especial. Al oeste, colinas boscosas salpicadas de palacios señoriales se extienden hasta las acantiladas costas marítimas. Al sur, al otro lado del Tajo, se puede disfrutar de amplias playas, pintorescos pueblos de pescadores y reservas naturales protegidas.
Sin duda, el primer lugar que visitar es la pequeña localidad de Sintra, cuyo centro histórico, la Vila Velha, guarda tesoros arquitectónicos imperdibles, desde las antiguas casas de origen medieval al imponente Palacio de Sintra. Apenas alejándonos del centro aparecen residencias y quintas señoriales con parques muy cuidados; entre ellos se pueden visitar el enigmático Palacio Regaleira y sus jardines, envueltos ambos en un aire de magia y esoterismo, y el Palacio de Seteais, que data del siglo XVIII y hoy es un lujoso hotel.
En las colinas cercanas, el Palacio da Pena, un castillo de cuentos de hadas hecho realidad, y las ruinas del Castillo de los Moros con sus magníficas vistas, son dos puntos de visita obligada.
Siguiendo el recorrido por la Serra da Sintra encontramos envuelto en magníficos jardines al romántico Palacio Monserrate. A modo de contraste luego de ver tanto palacio y lujo, la visita del Convento de los Capuchos ofrece otro aspecto de la vida en los opulentos alrededores de Lisboa.
La Serra da Sintra cae ebruptamente en el Océano Atlántico en el Cabo da Roca, indicando el punto más occidental del continente europeo. Hacia el sur, siguiendo la costa, se llega a las turísticas Cascais y Estoril con sus famosas playas.
El extravagante Palacio de Queluz, en la localidad del mismo nombre, con sus jardines a la francesa y su estilo barroco a menudo es referenciado como el "Pequeño Versalles" portugués.
Para completar el recorrido palaciego en la zona norte, nos queda mencionar el Palacio de Mafra, un palacio-monasterio que se levanta como un gigante en la pequeña localidad de Mafra.
La Outra Banda, la zona al otro lado del Tajo, no es tan elegante pero son muy pintorescos los poblados de pescadores, como Sesimbra y Alcochete, y las playas de la Costa da Caparica son muy populares entre los lisboetas. Tierra adentro, la frondosa Serra da Arrábida guarda el poblado de Palmela con su impresionante castillo-posada dominando el valle, y el Convento de Arrábida, un monasterio franciscano oculto entre la vegetación.
En Setúbal se puede visitar la Catedral, con sus bellos azulejos, el Convento de Jesús, tesoro gótico de la ciudad, y el Castelo de São Felipe , antigua fortaleza con forma de estrella que hoy alberga una pousada.