La antigua escuela de equitación, el Picadeiro Real do Palácio de Belém, fue transformado en 1905 por iniciativa de la reina Doña Amelia, esposa del rey Don Carlos, en Museo de Carruajes Reales. Luego de la revolución adoptaría su nombre actual, Museu Nacional dos Coches.

Como es bien sabido, el lujo y la ostentación eran cualidades inseparables de la realeza, tanto en sus palacios como en sus vestimentas, y no podía ser de otra manera con sus transportes. Cuando la comitiva real iba de visita al extranjero, los carruajes cobraban especial importancia; lujosos y costosos, eran un símbolo evidente de poder.
Fabricados en Portugal, Francia, Austria, Italia y España entre los siglos XVII y XIX, el museo expone una preciosa colección de carruajes, que van desde los más "simples" a los extremadamente sofisticados y recargados, así como accesorios de caballería y ornamentos. No es menos impresionante el edificio elegido para presentar la colección.

La Escuela de Equitación
La construcción de la escuela de equitación del Palacio de Belem fue obra del arquitecto italiano Giacomo Azzolini, quien ideó una gran sala de estilo neoclásico de 50 metros de largo por 17 metros de ancho con dos niveles. El piso superior consistía en realidad de una galería desde la cual la familia real podía observar los juegos ecuestres.
Si bien la construcción comenzó en 1787 y un año más tarde el edificio estaba terminado, los trabajos de decoración, basados esencialmente en motivos ecuestres, se extendieron hasta 1828.
En el techo destacan tres grandes medallones ovales con escenas alegóricas. En uno de los medallones, un caballero simboliza Portugal, rodeado por cuatro figuras femeninas que representan a cada continente, fácilmente identificables por los animales que las acompañan: el caballo para Europa, el camello para Asia, un cocodrilo para Africa y un papagayo para América. El medallón central presenta una figura femenina con el cuerno de la abundancia, asegurando Paz y Prosperidad. El tercer medallón es una alegoría de la guerra, simbolizada por una figura armada siguiendo una cuadriga tirada por leones y acompañada por la imagen de la Victoria.

La colección
Admirables obras de arte donde predomina la utilización de tallas en dorado de figuras alegóricas, escudos nobiliarios e interiores de terciopelo rojo y brocatos, las piezas que componen la colección permiten apreciar la evolución del transporte real hasta la aparición del automotor. Muchas fueron utilizadas en acontecimientos especiales de la historia portuguesa.

El más antiguo es un coche que perteneció a Felipe II que data de finales del siglo XVI, cuyo exterior está totalmente revestido en cuero rojo y que por sus características debía ser tirado por seis caballos.
Una enorme carroza de casi 7 metros de largo, cubierta de tallas en dorado, fue utilizada para la boda de María Ana de Austria y Joao V. Otro bello carruaje de boda cubierto de motivos florales y vegetalistas fue empleado con motivo del casamiento de la princesa D. Maria Francisca Benedita y el príncipe D. José (en la foto).
El carruaje utilizado en la ceremonia llamada "Troca das Princesas" (Trueque de Princesas), realizada en la frontera entre Portugal y España, también se expone en la sala. En aquella ceremonia, Portugal cedió a la princesa D. Maria Bárbara, hija de João V, para casarse con el futuro rey de España, Fernando VII, y fue recibida la infanta española Mariana Victoria, hija de Felipe V, que contraería enlace con el futuro rey de Portugal, José I.

Destacan especialmente tres carruajes del estilo "carro triunfal" que fueron empleados por el cortejo que visitó al Papa Clemente XI en 1716. Estos carros extravagantes formaban parte de un conjunto de cinco coches temáticos y diez de acompañamiento que fueron fabricados en Roma para el embajador portugués ante el Vaticano. La excesiva decoración barroca incluye estatuas doradas en tamaño natural, bordados con hilo de oro, terciopelo rojo y brocato dorado. Gracias al libro del escritor italiano Luca Chracas que relató el acontecimiento de 1716 los coches pudieron ser restaurados fielmente.

En una sala contigua a la galería se exponen cabriolés de dos ruedas y coches más pequeños pertenecientes a los miembros más jóvenes de la realeza, así como accesorios de caballería y acompañamiento (arneses, sillas de montar, espuelas, trajes de cochero) y una sección con óleos y grabados.