Allí donde la extensa Avenida da Liberdade toca a su fin el tráfico gira en torno a la "Rotunda", tal como la llaman los lisboetas.
Esta pequeña plaza circular fue considerada el emplazamiento ideal para erigir en 1934 un obelisco, sobre el cual se alza una estatua de uno de los hombres políticos más temidos e influyentes de Portugal: el Marqués de Pombal.
Quién fue el Marqués de Pombal?
Sebastião José de Carvalho e Melo (Coimbra, 1699-1782) fue un influyente estadista surgido del seno de la nobleza portuguesa, secretario de estado durante el reinado de José I (1750-1777), quien depositó en él toda su confianza. Representante del despotismo ilustrado en Portugal, gobernó con mano dura y sus acciones reformistas tendieron a insertar el país en el contexto económico europeo, al tiempo que impulsó grandes cambios relacionados con la educación, la marina y el ejército.
Aunque involucrado en escándalos políticos, como el Proceso de los Távora, y en intrigas y complots que justificaran la expulsión de los jesuitas de Portugal y las colonias en América, no se puede negar que en Lisboa su obra fue particularmente importante.
Cuando el 1 de noviembre de 1755 Lisboa fue sacudida por un terremoto, seguido de maremoto e incendios, Pombal logró sobrevivir, y se dice que sin inmutarse por tanta desgracia pronunció la célebre frase: "¿Y ahora? Se entierran los muertos y se alimenta a los vivos".
A partir de entonces encaró un enérgico plan de reconstrucción que no se limitó sólo a levantar edificios que reemplazaran a los caidos, sino que exigía el respeto de normas estrictas de construcción tendientes a soportar posibles futuros terremotos. A sus investigaciones en este sentido se atribuye el nacimiento de la sismología como ciencia.
Un año más tarde la Baixa, la zona más afectada, conocida desde entonces como Baixa Pombalina, estaba totalmente reconstruida y sus edificios son los que aún hoy perduran.
Habiendo adquirido el título de Marqués de Pombal en 1770 y designado Conde de Oeiras por el rey, su poder se afianzó hasta la muerte de José I en 1777. Pero la impiedad demostrada en el Proceso de los Távora había caido tan mal en la sucesora reina María I, que le retiró todos los poderes y le ordenó mantenerse alejado veinte millas de ella, lo cual significaba su expulsión de Lisboa. El marqués pasó sus últimos años en su residencia de Pombal y falleció en 1782. Sus restos se encuentran actualmente en la Igreja da Memoria, en Belem.
En el monumento que lo conmemora en la rotonda se lo representó acompañado de un león, símbolo de poder. En el pedestal fueron esculpidas alegorías relacionadas con su vida y sus obras; sus reformas agrarias, sus aportes a la universidad de Coimbra, el terremoto de 1755.
Para acceder al monumento evitando el intenso tráfico hay pasos subterráneos que también permiten acceder a la estación de metro Rotunda y al Parque Eduardo VII, que se extiende desde allí hacia el norte.