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A unos 30 km. al noroeste de Lisboa, recostada en las laderas de las colinas graníticas de la Serra da Sintra, se encuentra la pequeña localidad de Sintra. Sería realmente una pena pasar por Lisboa y no visitar esta preciosa ciudad, su centro histórico de orígenes medievales y las pintorescas residencias señoriales de la periferia con sus frondosos jardines.
Un poco de historia
La Serra da Sintra, con su frondosa vegetación y una niebla que la envuelve casi en permanencia, fue desde tiempos inmemoriales un lugar mítico; fuente de inspiración para los escritores, remanso para los religiosos que hallaron en ella un espacio ideal para la contemplación y la meditación, un paraiso tan cerca de Lisboa donde los reyes gustaban de pasearse en verano, que les ofrecía además un espacio ideal para la caza.
Una vista de la Vila Velha, desde el Palacio Nacional |
Aunque habitada desde los tiempos de los moros, la construcción del Palacio Real, hoy Palacio Nacional, sobre un antiguo palacio morisco consolidó la pequeña aldea medieval de Sintra como centro religioso y administrativo. Pero no fue sino hasta el siglo XVI cuando fue visitada por numerosos arquitectos y artistas que, reflejando el prestigio de la corte, construyeron residencias de recreo en la zona y promovieron obras de embellecimiento.
El siglo XVIII trajo un cierto abandono a la ciudad, con el traslado de los cortesanos a Mafra y Queluz y los daños ocasionados por el terremoto de 1755. Al igual que ocurrió en Lisboa, se reconstruyó el centro histórico que fuera seriamente dañado. Un nuevo período de apogeo llegó en el siglo XIX, cuando escritores y aristócratas reflotaron el natural encanto de la ciudad y la sierra, remodelando los viejos palacetes y construyendo otros. Para fines de siglo, Sintra era una ciudad burguesa consagrada al ocio, con hoteles y pensiones de renombre, y en la periferia edificaba la gente acaudalada que traía consigo novedades arquitectónicas.
Por esa maravillosa y armónica conjunción entre la naturaleza y la mano del hombre, el paisaje de Sintra es considerado hoy como una verdadera "joya portuguesa" y uno de los lugares más sobrecogedores de Europa. Por ello, en 1995 la UNESCO declaró a la Serra da Sintra Patrimonio de la Humanidad.
Recorrido por Sintra
Sin duda lo más característico de Sintra es el Palacio Nacional, del que destacan en el paisaje sus enormes y blancas chimeneas cónicas. En torno al palacio, la ciudad vieja o Vila Velha es un entramado irregular de callejuelas, pequeñas plazas y casas pintorescas, muchas de ellas reconstruidas luego del terremoto de 1755, que parecen colgadas en la ladera.
El bello edificio de la Cámara Municipal de Sintra |
Para llegar al centro desde la estación de trenes (adonde llegan los coches procedentes de la estación del Rossio en Lisboa) sólo hay que caminar 15 minutos. Sintra puede recorrerse perfectamente a pie; eso sí, con buen calzado y mucho aliento. Sino, una romántica alternativa son los coches tirados por caballos.
Las callejuelas empinadas y zigzagueantes permiten descubrir a cada paso antiguas casas cubiertas de azulejos, bonitas fuentes que todavía proveen de agua pura de la sierra a los habitantes y un puñado de pequeñas iglesias y museos.
Entre los más visitados se encuentra el Museo del Juguete (Museu do Brinquedo), que expone una enorme colección de cerca de 40 mil juguetes que Joao Arbués Moreira comenzó a atesorar cuando apenas tenía 14 años. Los hay de todas las épocas y géneros: desde los clásicos, muñecas y coches, a personajes circenses, soldaditos, aviones, triciclos y trotinetas.
Una colorida y muy fotografiada callejuela de Sintra |
Muchas de las antiguas y prestigiosas residencias de la ciudad fueron convertidas en hoteles, cafés o restaurantes. Una buena idea es, luego del recorrido por la ciudad, sentarse en alguno de los numerosos bares y cafés para saborear las queijadas de Sintra, tan tradicionales en la ciudad como los pasteles de Belem en Lisboa. En este caso la firma con más historia y reputación es la Casa de Sapa, que fabrica y expende sólo en su local estas sabrosas tartillas de queso de cabra, almibar y canela, pero hay comercios de queijadas en toda la ciudad.
Luego de la visita al imponente Palacio Nacional y antes de comenzar el recorrido por la sierra y los alrededores es imprescindible visitar la romántica Quinta da Regaleira y sus jardines salpicados de esculturas, y un poco más al oeste, más o menos a 1 km. del centro, llegarse hasta el Palacio de Seteais, convertido hoy en lujoso hotel, en el cual un gran arco da la bienvenida.
Y ya dejando la ciudad, el recorrido nos lleva a dos colinas cercanas para descubrir dos monumentos totalmente diferentes, pero ambos de visita obligada: las ruinas del antiguo Castillo de los Moros y el fantástico Palacio da Pena, que por su belleza casi irreal parece salido de un cuento de hadas.
Más información:
Cámara Municipal de Sintra: Sitio oficial con información, fotos, horarios y precios para visitar todos los monumentos de la ciudad.
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