El Belvedere o Palacio de Verano de la reina Ana en el Jardín Real

El rey Fernando I fue quien adquirió estos terrenos al norte del castillo en 1534 y gradualmente ordenó acondicionar un jardín renacentista, que incluía viñas y especies exóticas. Cedros e higueras poblaron los espacios y se dice que tulipanes traidos por un embajador turco florecieron a partir de 1554 en estos jardines, mucho tiempo antes de que llegaran a Holanda...
Desde los comienzos comenzó la construcción de espacios dedicados a entretener a la nobleza, como el Pabellón del Juego de Pelota y el Palacio Real de Verano. Actualmente estos jardines siguen la tradición de los jardines ingleses creados en el siglo XIX, aunque conservan ciertos elementos del renacimiento y el barroco.

El Belvedere
También llamado Palacio Real de Verano o Palacio de Verano de la Reina Ana, fue construido entre 1538 y 1560 en el extremo este del Jardín Real, se dice que como regalo de Fernando I a su amada esposa, la reina Ana. Desafortunadamente, la reina falleció al dar a luz a su décimoquinto hijo y no pudo disfrutar mucho tiempo del palacio.
Con sus arcadas, sus columnas jónicas y los relieves con escenas mitológicas constituye uno de los más bellos ejemplos de arquitectura renacencista italiana fuera de Italia. El palacio fue más utilizado en tiempos de Rodolfo II, quien convirtió el primer piso en observatorio donde trabajaron famosos astrónomos de la época, como Tycho Brahe o Johannes Kepler. También trasladó aquí parte de su colección de arte, que después fue saqueada por las tropas suecas durante la Guerra de los Treinta Años.


Frente al Belvedere se encuentra la famosa Fuente Cantante, creada por Tomas Jaros entre 1564 y 1568, también autor de la campana Zikmund del campanario de la catedral de San Vito. ¿Por qué se dice que canta? Porque el agua fluye de un grupo de esculturas y al caer en el cuenco de bronce produce un dulce sonido como de campanillas... hay que acercar el oido al cuenco inferior de la fuente para percibirlo.

Sala del Juego de Pelota
Este gran salón fue creado como espacio recreativo para la nobleza en 1569. En él solían divertirse con juegos que podríamos considerar precursores del badmington e incluso del tenis. Con el tiempo, los nobles dejaron de frecuentarlo y comenzó lentamente su decadencia; primero se convirtió en establo, en tiempos de José II fue depósito militar y durante la Segunda Guerra Mundial fue quemado al punto que apenas quedaban en pie sus muros exteriores...

A partir de 1950, importantes trabajos de reconstrucción permitieron devolverle su aspecto original. Lo mejor del edificio son los bellos esgrafiados renacentistas que cubren las paredes representando los cuatro elementos, las virtudes y las ciencias.